Soy yo

Supongamos que hoy no me interesa mi futuro.

Supongamos que no me interesa lo que pasa.

Supongamos que hoy no reclamo mis derechos.

Supongamos que no reclamo por la vida de los demás.

Supongamos que me quedo tranquila.

Supongamos que no me inquietan las protestas.

Supongamos que apago la tele y me río de lo que pasa.

Supongamos que en unos días soy yo la chica por la que marchan.

Celina Gerbán

La doma

Una muchacha monta un corcel imaginario y desea

que el sufrimiento pare y la equidad avance,

que el amor triunfe y el odio acabe,

que la muerte pierda y las pibas ganen.

Sobre una Verde Marea, Jimena jinetea

junto a sus hermanas que son muchas

y que el pueblo, al verlas juntas,

al fin escuche.

Esta batalla arrea al patriarcado

que necesita ser domado.

Que no haya más violencia anhela, y

que ninguna piba más aparezca muerta.

Sabe que no está sola y por eso pelea

para que la justicia al fin un día, venza.

Por las que ya no están y por las que no volverán

ya dijimos basta, ni una muerta más.

Sueña con un mundo más justo

donde ser mujer no dé miedo y sí gusto,

donde ser libre pueda, a la hora que ella quiera.

Y que el feminismo dome al patriarcado, aunque ella sabe,

que más que domado, necesita ser exterminado.

Jimena Haro

Yazmín

Yazmín yace en su dulce sonrisa

pero también en sus amargas cicatrices

yace en sus soleados ojos

pero también en sus miradas grises.

 

Yazmín yace en su presente melódico

aunque también en su arrítmico pasado.

Yace en su incesante charloteo,

como en lo que siempre ha callado.

 

Yazmín no yace solo en la clara luz

o solo en la lóbrega oscuridad

Yazmín yace en la iridiscencia

de su efímera singularidad

Yazmín Moreno

Mi rol

Como quien dice: lloro,
juego, digo la verdad.
Lloro porque no sé decir.
Juego para no molestar.
¿Digo la verdad?

Como quien dice: laburo,
tomo vino, digo mentiras.
Laburo 25 horas al día.
Tomo vino para olvidar mi vida.
¿Digo mentiras?

Como quien dice: apuesto,
reniego, molesto.
Apuesto hasta lo que no tengo.
Reniego todo lo que puedo.
No molesto más.

Milagro Malaccorto y Ezequiel Lauquen Castillo