Rock de miércoles

Por Germán Burgos

Es miércoles, la noche llegó hace algunas horas. Algunos transeúntes noctámbulos insistimos en esa búsqueda contemporánea de creación del “miernes”, y hoy lo lograremos.

Quizás ayude un poco el hecho que mañana jueves, la Argentina, viva el primer paro general a la gestión de “Miauricio” Macri, el estadista.

En esta ciudad con nombre de genocida, General Roca, éste no será un miércoles más. En la entrada del bar un cartel anuncia la visita de un otrora miembro de Sui Generis, Color Humano, Polifemo, músico de bandas de Charly García y Luis Alberto Spinetta, entre otros.

Quizás estos nombres, no resuenen en el tiempo de las redes sociales, pero durante la década del 70 y los ´80, llenaron varias páginas del libro que atesora la historia del rock argentino.

Ése hombre que sentado en una de las primeras mesas del bar con un bajo Fender Precision de los ´60 entre sus brazos espera que los técnicos acomoden el sonido, se llama Rinaldo Rafanelli, y es el responsable de que hoy, el rock, simule por un rato no estar muerto.

“Rino”, como lo conocen en el mundo del rock, nació en 1949 en Buenos Aires y lleva en su curriculum vitae el haber pertenecido a varias de las bandas míticas del rock de este país, al sur del sur.

Hoy, su pelo está repleto de canas, y su alma repleta de música.

Él mismo dice que para viajar por todo el país presentándose con la “Rimanbloom”, hace la gran Chuck Berry. Que es ni más ni menos, que tener músicos locales con los que compartir la aventura, de re versionar clásicos del rock argento y también internacional.

De a poco la prueba de sonido va equilibrando los instrumentos y deja que la voz de “Rino” vuele limpia sobre ese enjambre de notas musicales y ritmos.

Ahora solo resta esperar.

Pasada apenas la medianoche, el bar ya va tomando color, los partisanos han llegado y se ubican en el lugar de su gusto para escuchar los sones que iluminarán la noche regados de buena cerveza y algún tentempié para engañar al estómago. La banda forma en trío, Javier Rigau, de Bariloche, ocupa la batería, Facu Cariaga, de Cipolletti, la guitarra y Rinaldo Rafanelli, se ocupa del bajo y la voz. Juntos recorren sonidos, funk, rock y blues pero con un claro color argento.

La gente vitorea las canciones y se emociona ante la invitación a escena de un músico local bautizado Rinaldo en homenaje a ese bajista sexagenario que ocupa el escenario. Sobre el lugar aparece la figura de otro gran bajista local, Paul Flores, que nos dejó hace algunos años para engrosar la lista de los que partieron anticipadamente a la gran zapada post mortem, donde Hendrix, Bonham, Morrison, Jones y tantos otros son anfitriones de lujo.

La zapada final nos deja saciados de rock pero aún con sed de cerveza, así que estiraremos la noche para creer por un rato más que aún nos queda “mucho por hacer”, total mañana no iremos a trabajar, intentando demostrar con nuestra adhesión al paro que no está todo bien para el pueblo de nuestro país.

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