No me tapes

Por Fausto Casanova

Los pasillos no vibran, las aulas no ríen. Su familia no la ve, sus amigos no la ven. Su cálida personalidad en los inviernos fríos ya no resalta. Ese fuego que con el viento se hace más potente en ella se apagó. El agua de los ríos se la lleva, la deja sin fuerzas.

No se siente en los recreos, ni en la plaza, ni en la casa de sus amigas, y menos si salen a bailar. No se siente.

El sol está apagado, tapado por una nube que parece no irse más. A la nube la notan, la ven todos. Pareciera que necesita tapar al sol para sentirse bien.

Cami era radiante, no paraba de brillar. Adoraba las juntadas, las tardes de mates, las noches de birras. Se juntó con un pibe, quería brillar junto a él. El tiempo hizo que la nube se pusiera en el medio, y que nublase totalmente todo.

Nubló las juntadas, después los amigos, después su familia. Cami tardó en darse cuenta de que ya no estaba brillando, y cuando lo pudo ver, estaba completamente aislada. El pibe le ofrecía y le daba todo, pero no dejaba que estuviera con otros, ni que hablara.

Final 1

No soportó sentirse sola. Su autoestima por el piso la detuvo. No la dejó.

Decidió que todo siguiera nublado.

Pensó que así estarían mejor, y no hizo más fuerza para dar otro rayo de luz. Sus amigos la despidieron, y afrontaron tener que vivir una vida gris.

Final 2

Se dio cuenta de que era más fuerte que una nube, y que las nubes están de pasada. Se dio cuenta de que sus amigos necesitaban de su calor, y además se lo hacían sentir.

Se dio cuenta de que no valía la pena apagarse, porque su vida le permitía iluminar a los demás.

Hoy Cami es el viento en octubre, es la correntada de los ríos, es el calor del pleno invierno.

 

 

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