Sanciones gubernamentales

Por Carlos Jiménez

Nicolás Maquiavelo en 1531 obtenía la publicación de El Príncipe, su más preciado legado a la teoría política. El libro, influenciado por un ansia de llamar la atención de los gobernantes de su época, los Médici, revelaba una serie de consejos que permitirían a cualquier persona mantener su poder. Ejércitos propios, engaños y leyes duras para mantener a los enemigos a raya marcarían un antes y un después. La Argentina, como es de esperarse, no es la excepción. Nuestro gobierno, entiende al presidente como príncipe, y así apuesta a una política de mano dura, cada vez más influyente y marcada.

Según encuestas de la LAPOP un 38% de argentinos entrevistados tenía la percepción de vivir a merced de la inseguridad. Esto no es extraño, el control de oligopolios de comunicación gigantes le da al gobierno la capacidad de instalar un miedo permanente, lo cual conduce al ciudadano común a tomar cierto partido en el discurso. No podemos olvidar que uno de los medios que más apoyó al gobierno actual, Clarín, recibió en 2016 un beneficio de publicidad del Estado por $519.046.672, superando con creces a sus competidores.

Instaurado el miedo los accionares cambian. El caso Chocobar sorprendió a la población. Un policía disparó hasta la muerte a un ladrón que previamente había apuñalado a un turista. Muchos festejarán este accionar, pero el oficial se encontraba fuera de servicio y lejos de su jurisdicción. En 2017, según datos del CELS más de 69 personas fueron asesinadas por policías fuera de servicio. La tendencia de los últimos años indica que efectivos policiales matan más personas fuera de servicio, que en servicio activo.

Con acciones más duras devienen discursos acordes. La ministra de seguridad Patricia Bullrich en una entrevista dijo: “Si cada vez que un policía actúa, es puesto en el lugar de victimario no vamos a tener nunca un país seguro». El discurso se refuerza frente al fallo de la Cámara del Crimen, con el presidente proclamando “Los policías están para cuidar, hay que darles las herramientas para que puedan actuar”. Los líderes ya no se esfuerzan en esconder estas políticas, sino que las apoyan y enaltecen para poder lentamente utilizar el poder de los ejércitos propios en contra de la población y la aplicación de leyes duras para evitar que puedan rebelarse.

Serás Zorro y León proclamó Maquiavelo y estableció que era mejor ser tomado por un político malo que uno bueno pero inoperante. Sin embargo, este gobierno olvida una de las claves más grandes del florentino, evitar ser odiado. La población no es tonta, y se dará cuenta, si es que aún no lo ha hecho, de que estas políticas también los afectan a ellos.

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