Bebida nacional

Por Milagro Malaccorto Reile

El mate es la bebida más frecuente entre los países del sur de América Latina. Protagonista de desayunos, charlas, jornadas laborales, etc. En otras palabras es la forma más simple y económica de acercarse al otro. Pero ¿cómo es el ritual que se convirtió en sinónimos de cultura en estos países, particularmente de Argentina?

A lo largo de la historia, el mate, al igual que las civilizaciones fue teniendo su evolución. Las tribus guaraníes y guaycurúes habitantes de la región mesopotámica mascaban la ka’a, mejor conocida hoy como yerba mate. Luego comenzaron a ingerirlas como infusión, utilizando los labios y los dientes como filtro de esas hojas. Con el paso del tiempo se incorporaron las bombillas, las cuales también tuvieron su proceso evolutivo: las primeras eran una especie de junco hueco sin filtro, luego fue kokko, cuya traducción del quechua era “trenzado de juncos”, finalmente la bombilla moderna que hoy conocemos con filtro, cuello, pasador y pico.

Los elementos necesarios, característicos para el ritual son: 1. el mate – un recipiente redondo, hueco y con una base, de material variable: madera, metal, plástico y hasta puede ser un pomelo sin pulpa para añadirle sabor. 2. Una pava, que en los últimos años fue reemplazada por el termo y la pava eléctrica, ya que estos elementos permiten mejor traslado y más rapidez. 3. Una bombilla, de la cual ya se ha hablado en el párrafo anterior. Estos objetos solo funcionan con el procedimiento correcto que se resume en cuatro pasos: 1. Poner dos terceras partes de yerba n el mate. 2. Tapar la boca del mate y sacudir hasta que los palos más grandes queden abajo y la yerba más fina arriba. 3. Cebar con agua tibia la zona más vacía del mate. 4. Poner la bombilla tapando la parte superior para que no se tape y cebar con el agua caliente, preferentemente a 80°.

Es tal el grado de representación que tiene el mate en Argentina, que desde todos los sectores sociales se habla de él. El escritor Jorge Luis Borges, por ejemplo, se tomó tiempo para realizar escritos sobre esta tradición: “He tomado mucho mate cuando era joven. Tomar mate, para mí, era la forma de sentirme criollo viejo. Me lo cebaba yo mismo y creo que lo hacía muy mal porque siempre había flotando unos palitos sospechosos. Tenía dos mates, uno común y otro de los que llaman galleta, Y ahora, he perdido el hábito”. La ingeniera agrónoma Josefina Armendares, especialista en mate y asesora de CBSé, en una publicación de un diario nacional contó que “ en cantidad de litros es lo que más se toma en la Argentina. Bebemos unos 100 litros de mate por persona, por año. De agua solo 30”

El mate es por definición un sinónimo de cultura en Argentina, para compartirlo en todo momento y en cualquier lugar, sin importar clases sociales, poder adquisitivo. Algunos son más estrictos y ortodoxos en la forma de preparación y cebado y otros, más relajados. De cualquier manera, en el año 2013 el Senado de la Nación reconoció las virtudes del mate y el apego que tiene con la gente, el mate es el representante de todo argentino en el mundo.

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