El escenario para algunos, el hogar para uno

Por Miquela Juárez

En verano quizás se cruzan, en invierno ya no. El anfiteatro “2 de abril” es espacio de dos mundos marcados por el frío y el calor. En verano, el escenario Paul Flores es casa de distintos géneros musicales y expresiones artísticas. En invierno, por excelencia, es hogar del hip hop.

El anfiteatro se ubica en el paseo del Canalito, en Fiske Menuco. En la plaza Cervantes, entre Italia e Irigoyen. “2 de abril” es el nombre que eligieron hace más de 30 años para este espacio: conmemora el día de la declaración de la guerra contra Gran Bretaña por las Islas Malvinas. El escenario, por su parte, se llama Paul Flores: recuerda a uno de los mayores exponentes regionales del heavy metal. El 13 de marzo de 2004, cuatro meses después de su muerte, se realizó un festival de bandas amigas del artista. Ese mismo día quedó grabado su nombre en el centro del escenario del anfiteatro.

En las épocas más cálidas, el heavy metal es uno entre todos los géneros que buscan su lugar en este espacio. Pero no solo es cuestión de música: “2 de abril” es escenario de incontables expresiones artísticas. En verano el abanico de espectáculos es muy amplio: películas, festivales de música y baile, actividades recreativas con distintos grupos sociales. El espacio también se aprovecha en fechas como la Fiesta de la Manzana o el aniversario de la ciudad. Por ejemplo: el anfiteatro es el lugar elegido año a año para hacer la competencia de empacadores de fruta.

El último evento en el anfiteatro fue el 12 de abril de este año: un festival de folklore de la banda “El Rejunte”, en el que se recibieron donaciones para empezar las clases. La municipalidad, por su parte, tuvo un último evento: transmitieron la película “Gilda” por el día de la mujer. En general, cada fin de semana hay alguna actividad para participar y disfrutar en los días de calor. Cuando las tardes comienzan a enfriarse, el ambiente va cambiando. La musculosa se cubre con un buzo grande y un gorrito. En ese momento es cuando aparece el hip hop y se convierte, con su presencia, en el dueño del anfiteatro.

Los perros del Valle. Los raperros del Valle. Ellos guían, deciden, trabajan en torno a esta cultura del hip hop. “PDV” es una organización de jóvenes autogestionada que se dedica a crear competencias de Freestyle y RAP. Ellos son fieles usuarios del espacio que les da el anfiteatro. Para participar de sus competencias y ganar puntos piden un monto de dinero. Con lo recaudado, costean viajes de representantes regionales a eventos nacionales. El anfiteatro es como su casa. Ahí cultivan y hacen crecer este movimiento que llegó hace cerca de 10 años a la región.

Luis Colicheo, uno de los integrantes fundadores de los Perros del Valle, dice que el “Anfi rap” es el lugar donde se juntan los chicos que la sociedad trata de ocultar: “Son pibes que si esto no existiera, capaz estarían vendiendo drogas o seguramente estarían metidos en algo turbio”. Para Luis, el anfiteatro está prácticamente abandonado hace años y es casi considerado “un antro» por la gente. “El Anfi es tierra de nadie. Hace mucho empezamos a usarlo y como sabíamos que tiene mala imagen, pensamos que podíamos cambiarla – comenta Luis mientras mira el escenario – lo que hacen los pibes acá es descargarse. Yo te diría que es una terapia”.

Batallas de freestyle, donde gana el mejor improvisador. Beat box, donde se expresa el arte de generar música sin cantar, solo con la respiración, la posición de la lengua y los labios. Bboys dando cátedra de cómo se baila dentro de este género. Lo que predomina, sin embargo son las batallas. Un parlante, un poco de público y dos chicos dispuestos a improvisar. El anfiteatro es zona de guerra durante toda la tarde. Cuando el sol baja, solo se quedan los más aficionados.

Todo esto sucede en el centro, no en el escenario. En las escalinatas hay personas tomando mate y compartiendo el espacio. Muchas veces entran casi de casualidad en las improvisaciones. Los chicos aprovechan todo lo que está a su alcance para posicionarse como el más creativo. Los gritos del público ayudan a definir cuál de los dos supo contestar mejor.

“En el verano es casi imposible estar ahí, hace mucho calor y el sol pega de lleno. Las competencias las hacemos en alguna plaza” aseguró Luis. La temperatura sube, lo que hace que el anfiteatro pase a formar parte solo de las actividades municipales y de organizaciones. Pero el hip hop nunca se va: Paul Flores está acompañado por otros nombres. “LIC, “PDV”, son algunas de las siglas que se leen a su costado. El hip hop nunca se va, en el anfiteatro ya está su marca.

Estos dos mundos se cruzan casi de manera inconsciente, la marca del hip hop está presente aún cuando el espectáculo montado no tiene nada que ver con ese género. Esto es lo que distingue al anfiteatro de los otros espacios: es casa de distintos espectáculos y entretenimientos, de oportunidades para otros artistas. Pero solo es hogar de un género: el hip hop.

 

 

 

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