Hilos, besos y ausencias

Por Diana Huayquimil

“Los verdaderas obras de arte son aquellas a las que si les acercáramos un espejo el mismo se empañaría, ya que están vivas” Pablo Picassso.

 

Un viernes 20 de octubre, a las 20, en la Galería de arte ubicada en la planta baja de Casa de la Cultura, de Fisque (ciudad de General Roca), se abrió la muestra “Hilos, besos y ausencias” de los artistas plásticos Azul y Sebastián Mansilla.
Sebastián Mansilla, de 39 años, es oriundo de Tucumán pero desde hace veinte circula por esta ciudad y realiza exposiciones individuales y colectivas por la zona y un poco más allá. Como integrante del MIM, Movimiento Internacional Muralista Italo Grassi, puede contar entre sus participaciones recientes una en Santiago de Chile, el año pasado, y otra en Colombia de donde regresó hace unos pocos días.
Azul Mansilla, su hija de diez años, además de interesarse en las artes plásticas, ha comenzado su formación en canto y comedia musical.
Las obras expuestas son once. La mayoría en tinta china sobre papel. Solo hay una en madera, es la que combina tinta china y acrílicos y contrasta desde el color. Y hay otra en tinta china con color sobre lienzo. Las piezas de formato mayor a un metro son de Sebastián y las de hasta 40 centímetros son de Azul. Todas ellas, salvo dos que ya estaban vendidas, estaban a la venta y yo ocupé la mitad de mi tránsito de espectadora pensando cuál compraría y dónde la pondría para apreciarla mejor. Solo en plan de especulación me quedé con dos de Sebastián.
La muestra reunía lo abstracto y lo figurativo. A partir de la séptima pintura en el recorrido, desde “La cama de Víctor y Marta” cambiaba el estilo, cambiaba de tema y repetía elementos simbólicos y transparentes. Una mujer, rostros, manos, botas, tacos, medias de encaje. La forma era más realista pero los elementos lógicos del cuerpo humano y el mismo cuerpo humano eran intersectados, interrumpidos por vacíos de tinta, manchones esfumados o simplemente gotas rodadas.
Todas las tintas sobre papel aparecían claramente sobre los ejes vertical y horizontal y las figuras se insertaban a veces sin fondo, en un frágil equilibrio entre casi escapar del plano continente o ceñirse por poco a él. Pero sobre este anclaje tan obvio, tan normalizador, tan tranquilizador se apersonaba la tensión. Lo hacía desde el tema, de un erotismo descarado quizás por su sencillez. Por la forma en que estaban dispuestos los objetos como si el artista hubiera parpadeado a medida que los colocaba.Reforzaba el tono dramático y provocador la técnica de tinta china sobre papel: el monocromo, negro sobre blanco y la construcción de la línea. Trazos largos casi perfectos. Trazos vibrantes y cortados. Objetos que se rompían y aislaban tajantemente por el cierre de un plumín, dando sensación de color y profundidad por superposición y contraste.

En “Hilos, besos y ausencias” el espejo se empañó.

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