La melancolía puesta en escena

Por Emilia Segovia Melo

El sábado 28 de octubre, alrededor de las 22 llegamos al teatro independiente El Arrimadero, ubicado en Misiones 234, en Neuquén. Por fuera el lugar pasaba desapercibido ante nuestra vista e incluso parecía cerrado debido a algunas remodelaciones de la fachada. Un lugar que no conquistaba por fuera, pero que invitaba a sumergirnos en un sitio que tenía mucho para mostrar.

Sobre la hora compramos las entradas para la función “Hasta los huesos” dirigida por Silvana Feliziani. Pasamos a la sala. Las luces, tenues, y el espacio, con mesas compartidas estaba completo casi en su totalidad. Decidimos ubicarnos, sin embargo, al fondo en dos sillas que estaban en una superficie más alta, así podríamos ver mejor.

Comenzó la obra. Las luces se apagaron y la oscuridad ocultó el público hasta que se iluminó el escenario. La disposición de la escenografía era simple. Por un lado, una mesa con utensilios que simulaban una cocina. Por el otro, una jaula de pájaro colgaba del techo cubierta por una tela blanca.

La obra era un unipersonal interpretado por Irma Tomasczik. Su personaje: Matilda. Matilda parecía una niña dentro de un cuerpo mayor, una niña que, a través del fluir de la conciencia, nos mostraba a una mujer con un alma que dolía. Su compañía era un pájaro de “ojos petrificados y brillantes”.

En su monólogo se desarrollaron temas profundamente humanos como la soledad, la fragilidad, el amor que duele, ese que duele hasta los huesos y que termina matando. Irma Tomasczik, cautivada por su personaje, atravesó una diversidad de emociones. De la risa pasó a la angustia, de la angustia a lo erótico. Y la nostalgia permanecía. Matilda se sentía sola, bailaba, reflexionaba, se ría a carcajadas y volvía a sentirse sola.

El hilo conductor era una anécdota de su infancia: la muerte de Clara, la gallina. Esta historia interpelaba a Matilda. Entraban en juego el final de la gallina, la culpa, la similitud entre ambas como “las patas flacas que cuelgan como péndulos”.

La obra duró una media hora, lapso que nos adentró en una historia que nos hizo sentir lo que menos esperábamos de ese teatro, porque por afuera no tenía nada y por adentro lo tenía todo.

“Hasta los huesos”, un unipersonal sobre la historia de Matilda, la historia de muchos.

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