La tecnología en la comunicación aporta tanto como quita

Por Matías Del Pozzi

Hace 30 años las herramientas más populares de comunicación eran la carta y el teléfono fijo. Las cartas podían tardar hasta una semana en llegar y solicitar una línea fija era todo un tema. Llevaba tiempo, a veces hasta cinco años dependiendo de la infraestructura en la zona. Hoy la realidad es otra, el contacto con el otro es simple, está a un mensaje de distancia. Y ese mensaje tarda solo segundos en salir de mi dispositivo y llegar al de mi receptor. En adición, las redes sociales permiten múltiples conversaciones en simultáneo sin necesidad de compartir el mismo espacio y contexto. Por lo cual es posible conectar dos o más personas de cualquier parte del mundo.

Hoy no necesito organizar una reunión con mis compañeros de trabajo, de no ser por un caso particular. Podemos trabajar por medio de e-mails, mensajes por las redes sociales, drive o algo muy común como son las videollamadas. En la época actual, llevar a cabo relaciones interpersonales por medio de herramientas digitales de comunicación demanda menor costo. Un colega dice: ¿por qué moverme hasta un determinado punto de la ciudad si puedo hacerlo desde la comodidad de mi casa o espacio?

Los avances en comunicación determinaron un gran cambio para la humanidad, pero la discusión no está en los beneficios. El problema no es lo que las herramientas digitales de comunicación nos brindan, sino lo que quitan. ¿Cuáles son las consecuencias de la tecnología en la comunicación?
Alguien se preguntará ¿A caso las herramientas tecnológicas están volviéndonos cómodos? Sea o no así, lo concreto es que las facilidades que brindan las herramientas tecnológicas de comunicación están eliminando las interacciones “cara a cara” entre los seres humanos. Las están volviendo de alguna manera inútiles y valoradas solo en momentos críticos o cuando hay un gran interés de por medio. Y aunque se comparta un mismo espacio entre interlocutores, la tecnología atenta contra la actividad que se esté desarrollando. En el espacio áulico mientras la profesora habla el alumno está con su celular. En una conversación cotidiana suele registrarse: ¿Me estás escuchando? Y ya es común ver dos personas juntas pero no conversando, sino con el celular en la mano.

Lo fundamental en todo esto es entender que el proceso de comunicación es algo más que un intercambio de palabras. De hecho, la comunicación se puede llevar a cabo sin palabras. En el encuentro entre dos o tres personas, la comunicación no verbal está siempre presente, mientras que la verbal solo a veces. Según Raymond Williams “en nuestra vida cotidiana, constantemente estamos enviando mensajes no verbales a otras personas: hacemos guiños, muecas, sacudimos la cabeza, señalamos con el dedo y damos golpecitos con el pie. Estos mensajes no verbales pueden ser mucho más importantes en las interacciones humanas de lo que a veces creemos”.

Como dice el refrán: “A las palabras, se las lleva el viento”, pero los gestos y expresiones son mensajes que quedan. Es difícil recordad con exactitud lo que dijo el otro, pero cómo reaccionó es fácil de describir. No debemos permitir que la tecnología reemplace las interacciones “cara a cara”, hay que reconocer los beneficios que nos brindan las herramientas como tales y no abusar. Pero sobre todo, valorar la riqueza de las relaciones interpersonales que se llevan a cabo en un aquí y ahora.

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