Una historia que camina la Universidad

Por Florencia Ramos

Paulo es un joven de 22 años que está a poco tiempo de terminar sus estudios en Comunicación Social. Esta historia es un resumen de cómo los viajes influyen en decisiones y destinos de quienes se alejan de casa. Un relato único entre las diversas historias que transitan los pasillos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

Un sinfín de historias, pasados y destinos recorren los pasillos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue, como de tantas otras. ¿Cuánto se sabe de aquel con quien circunstancialmente la tarea académica te mezcla? Una tarde, una mesa en el “facubar”, mate de por medio y un momento para la retrospectiva. Paulo es un alguien más, parte de este lugar de formación siguiendo la carrera de Comunicación Social con mención en Gestión y Producción.

Poco a poco se acerca al objetivo que lo mudó a Fiske Menuco, General Roca, desde Neuquén: ser comunicador social. Hoy alquila un departamento a pocas cuadras de la facultad junto a un amigo. Aquí no solamente cursa sus materias, sino que además realiza su pasantía en Radio Antena Libre, la radio universitaria ubicada en el mismo predio.

“Pasan demasiadas cosas en el mundo para no decirlas”, afirma. Su mirada hacia el Periodismo lo guió a la carrera de Comunicación. Posiblemente, su transcurso por las materias que componen plan de estudios hayan despertado el interés hacia otra comunicación, lo cual lo hizo virar hacia allá, hacia la orientación en Gestión y Producción.

Los viajes nos marcan, nos despiertan nuestro costado más creativo y muchas veces nos ayudan a conocernos. A los 15 años visitó Europa con parte de su familia. Recorrieron países como Italia, España y Grecia. Desde aquel continente acarreó fotos y videos, sabores de desconocidas comidas y una infinidad de recuerdos, de los cuales destaca la “Fuente de los deseos”, ubicada en la ciudad de Roma. También una tarde-noche y un “partidito” de fútbol junto a su hermano, al que terminaron asistiendo unas catorce personas. Al día de hoy, mantiene el contacto con varios de ellos vía Facebook.

A los 17, recibió una beca para asistir a un curso sobre medioambiente y sustentabilidad que lo llevó hasta la India. Una extraordinaria oportunidad para conocer vidas y costumbres tan ajenas a las propias que duró un mes y medio. Percibió la desigualdad, cobró conciencia, se enfrentó al mundo occidental y en su mente comenzó a sonar la palabra “deconstrucción”. “Planté arroz”, comenta, y se ríe de lo insólito que aún lo encuentra. “Comía con las manos”, dice y me dejo sorprender.

En los últimos años, Paulo ha elegido andar a pequeños pasos por países de Latinoamérica. El último verano pasó por Bolivia y hoy sortea la posibilidad de viajar a Chile en unos pocos meses.

La Facultad muchas veces es un reflejo de lo que pasa afuera. Cientos de historias convergen en los metros cuadrados de cada aula. Él es un ejemplo más de aquellas biografías tan diversas que confluyen con el fin de llevarse un título universitario. Una voz linda de escuchar. Un lindo ejercicio el de atender a anécdotas que nos caminan al lado.

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