La crónica como género híbrido

Por Martina Witte

Introducción

Al pensar en periodismo se suele pensar en los géneros informativos: noticia, reportaje, entrevistas. Se los concibe como formas de obtener la información principal de un hecho, de forma clara y concisa. Además, el principal rasgo que se espera del periodismo tradicional: la objetividad, que jamás podrá ser alcanzada por completo, pero el lector cree encontrarla en los textos que lee. Estos géneros son veraces, son factibles; para muchos, incluso, más creíbles que las columnas de opinión. Sin embargo, existe un género poco definido, que puede resultar confuso puesto que combina elementos de interpretación y de opinión con información. La crónica esclarece un hecho, combinando la escritura periodística con elementos narrativos y da gran importancia a la subjetividad del autor. Además, rechaza la inmediatez de lo informativo. Llega al periodismo para romper con los esquemas y preconceptos, posicionándose como un género híbrido y particular.

Este texto monográfico tiene como propósito establecer definiciones del término crónica para mostrar las particularidades del género. A partir de ellas se analizará el rol del cronista que las produce, mostrando las exigencias que demanda y su relación con la literatura.

En primer lugar, se definirá el concepto de crónica desde la perspectiva de diferentes autores. Luego se abordará la figura del cronista y sus particularidades respecto del periodista tradicional. Por último, se trabajará sobre la estrecha relación entre crónica y literatura, sin perder de vista el límite que las separa.

¿Qué es la crónica?

Martín Caparrós (2015) define a la crónica como “un texto periodístico que se ocupa de lo que no es noticia” (47) y que, tomando procedimientos de las formas de contar ficción “intenta mirar de otra manera eso que todos miran o podrían mirar” (2015: 50). Es decir, destaca el rol de la crónica para abordar temáticas comunes y la relaciona con recursos de la literatura. Asimismo, la concibe como un género que se rebela contra el periodismo tradicional (que cuenta lo que le sucede a unos pocos), ya que “intenta mostrar en sus historias las vidas de todos, de cualquiera: lo que le pasa a los que también podrían ser sus lectores” (Caparrós, 2015: 49).

Por su parte, Jeovanny Moisés Benavides (2017) explica que la crónica “pretende configurar la realidad en base a una mixtura entre literatura y la narrativa histórica con la narrativa periodística” (2017: 3). Él habla de un género híbrido que forma un nuevo relato, cuyo objetivo es rescatar el pasado, la memoria de los hechos. En contraposición a las prácticas periodísticas tradicionales, producidas para ser olvidadas al día siguiente, “la crónica llega convertida en memoria” (2017: 4). Comenta cómo su origen no estuvo ligado al periodismo, sino que éste lo incorporó siglos después. En sus inicios eran relatos cronológicos sobre hazañas tales como el descubrimiento del “Nuevo Mundo”. Destaca que, gracias a aquel pasado historiográfico, hoy en día la crónica periodística permite entender los grandes sucesos a los que se intenta dar respuesta. La concibe como “la acción más elemental para explicar lo que ha sucedido” (2017,16).

Por último, Juan Carlos Gil González (2004) ofrece otra definición del término, que enfatiza sus límites difusos. Explica que uno de sus rasgos definitorios es la “polisemia inherente, es decir, la versatilidad que muestra para adaptarse a las diferentes formas de contar un hecho, bien sea histórico, literario o periodístico” (2004: 31). Nuevamente, aparecen estos tres elementos y la crónica puede adaptarse a cada uno de ellos porque históricamente, ha transitado por todos. Esto la relaciona entonces, también con sus orígenes, ya que la crónica nació para narrar hechos de la historia, posteriormente fue utilizada por la literatura, hasta llegar, finalmente, al periodismo. Aclara que es “en esencia una información”, sin embargo, su rasgo particular es la combinación de recursos periodísticos con técnicas literarias, la riqueza léxica del escrito y lo específico del tema a tratar. El cronista debe decidir sobre aquellos elementos y combinarlos de la mejor manera posible.

En base a los aportes de los autores, pueden puntualizarse dos elementos: este género relata lo que no es considerado noticia, situaciones de gente común. Y para hacerlo, toma elementos de la literatura y la narrativa histórica para complementar el texto (polisemia inherente).

A partir de estas definiciones puede construirse una conceptualización de la crónica: constituye un género que rompe con lo establecido por los géneros periodísticos informativos, incorporando elementos de la narrativa histórica y la literatura. Busca relatar acontecimientos cotidianos o traer a la memoria hechos pasados.

El rol del cronista

Así como la crónica fue evolucionando a través del tiempo, el concepto de “cronista” también mutó con el paso de los años. En la década del noventa “en Argentina nadie hablaba de crónica: no era una palabra de nuestro repertorio. O sí, pero decía otras cosas. (…) no tenía ningún prestigio en el mundo periodístico argentino”, comenta Caparrós (2015: 21). Ser cronista era el puesto más bajo que podía tenerse en una redacción. Estaba destinado a los que recién comenzaban en el oficio, quienes usualmente salían a buscar la información pero no tenían derecho a escribir sobre ella. Con el tiempo este concepto fue cambiando, hasta llegar a la actualidad, en la que el periodismo narrativo latinoamericano cobró relevancia y la figura del cronista ganó más prestigio. Al arte de escribir este tipo de periodismo, Caparrós lo define como intentar, de forma fallida, “atrapar lo fugitivo del tiempo en que uno vive.” (2015: 23)

“Sólo permaneciendo se conoce, y sólo conociendo se comprende, y sólo comprendiendo se empieza a ver” (Guerriero, 2014: 35) Leila Guerriero hace mucho énfasis en que el cronista debe permanecer en el lugar de los hechos un tiempo prolongado. De esta manera, logrará ver mejor y conocer en profundidad la realidad que planea escribir. La crónica será más rica, haciendo sentir al lector como si también estuviera allí. El contacto con las personas es central, pero también es importante no estorbar, no interferir: “Para ver no sólo hay que estar; para ver, sobre todo, hay que volverse invisible.” (Guerriero, 2014: 34)

Además, es de gran importancia el trabajo de campo previo a la escritura (e incluso previo a visitar el lugar de los hechos). La construcción de los textos comienza con la búsqueda de información complementaria o de contexto: revisar archivos, buscar documentos pertinentes, leer más sobre el tema, consultar estadísticas, entre otras. Es allí donde se introduce el componente periodístico de la crónica. Complementado, claramente, con la veracidad de lo contado y el uso de fuentes una vez en el lugar.

Debido a la subjetividad de quien la escribe, en la crónica la firma cobra importancia. Al igual que en las notas de opinión, el autor se hace cargo de lo que escribe y muestra su mirada. La percepción personal también adquiere relevancia. Su forma de transmitir su punto de vista impactará en el buen (o mal) resultado del trabajo final. Rodríguez Betancourt (2016) reflexiona sobre esta característica y sobre la importancia de las decisiones del cronista a la hora de escribir. Cómo está escrito el texto resulta un elemento primordial de la crónica, el autor debe buscar la manera más efectiva de relatar lo ocurrido para lograr la reacción deseada en el lector. Las estrategias discursivas crearán el eje en el cual se basará el trabajo:

“La actitud del cronista ante el hecho, sus impresiones, se adaptarán al vocabulario, al lenguaje, a la sintaxis, a la reconstrucción textual de lo visto o vivido. Esa actitud, esas impresiones, integran el objetivo central de la crónica, conforman su hilo conductor, tributan a su punto de vista o tesis, hacen posible la sintonía autor-receptor”. (Rodríguez Betancourt, 2016)

Puede establecerse, entonces, que el periodista debe estar donde ocurre la acción y aprender a mirar sin intervenir. Al momento de la escritura debe poner en juego sus habilidades periodísticas y complementarlas con su subjetividad, utilizando los recursos discursivos más apropiados.

La crónica y la literatura

Si bien la crónica toma elementos de la literatura, estas no deben confundirse entre sí, ya que poseen finalidades distintas.

“La diferencia clara está en el pacto de lectura, el acuerdo que el autor le propone al lector: voy a contarte una historia que sucedió, que yo trabajé para conocer y desentrañar –sería el pacto del relato real. Voy a contarte una historia que se me ocurrió, donde el elemento ordenador es mi imaginación –propone la ficción.” (Caparrós, 2015: 45)

Caparrós agrega que se usan elementos del relato de ficción como herramientas para mejorar las descripciones. Se trata de “robarle a la novela, al cuento, al ensayo, a la poesía lo que se pueda para contar mejor.” (2015: 46)

“Si la pregunta es cuál es el límite entre el periodismo y la ficción, la respuesta es simple: no inventar”, declaraba Kapuscinski en una cita que Leila Guerriero incluye en su trabajo (Guerriero, 2014: 44). Guerriero discute rotundamente la incorporación de ficción, argumentando que nunca deberían inventarse situaciones en el periodismo narrativo, ya que esto sería un engaño para el lector. Menciona también que así se rompería el “contrato tácito” entre escritor y lector (la misma noción que incorpora Caparrós). La gran diferencia está entonces, en la realidad de lo que se cuenta. El periodista toma recursos de la ficción para poder contar algo que sucedió realmente. Su texto no comienza con un brote de inspiración (como en el caso de un cuento o novela) sino con un trabajo de investigación, que ya se detalló en el apartado anterior.

Las diferentes formas discursivas de la literatura son empleadas para enriquecer el texto, sin embargo, no desmiente lo real y periodístico:

“Poner un adjetivo bien puesto no es hacer ficción; hacer una descripción eficaz no es hacer ficción; utilizar el lenguaje para lograr climas y suspenso no es hacer ficción. Eso se llama, desde siempre, escribir bien. Si se confunde escribir bien con hacer ficción, estamos perdidos”. (Guerriero, 2014: 45)

En conclusión, existe un pacto de lectura que debe ser respetado. Incluir elementos literarios aporta al contenido del texto, pero la forma de escribir nunca debe confundirse con crear ficción. Para tal fin están las obras literarias, no las periodísticas.

Conclusión

Queda en evidencia luego de analizar a los autores citados, que la crónica es un género híbrido, que ha ido nutriéndose de distintos recursos a lo largo de la historia. Cada teórico tiene su definición propia, sin embargo todas rescatan su polisemia, su combinación entre historia, literatura y periodismo.

A este género particular, ubicado en la línea entre información y opinión, se lo puede acercar a la literatura por las herramientas de la narrativa que utiliza. Mas nunca se lo debe confundir con ella, ya que se basa en los pilares del periodismo: veracidad de los hechos, consulta de fuentes, trabajo de investigación.

Asimismo, con la consagración de este género surge la figura del cronista. Él será el encargado de todo el proceso, desde la investigación inicial, hasta presenciar lo que se quiere contar y su posterior redacción. Debe aprender a ser invisible y a permanecer en el lugar el mayor tiempo posible, para poder captar las particularidades, los detalles y luego ponerlos en palabras.

Bibliografía

Benavides, J. M. (2017) La configuración de la crónica periodística de Tomás Eloy Martínez como relato histórico de la dictadura en Argentina. En: Questión, Revista Especializada en Periodismo y Comunicación. pp 3-17. La Plata
Caparrós, M. (2015) La crónica. Buenos Aires: Editorial Planeta
Guerriero, L. (2014) Zona de obras. Barcelona: Editorial Anagrama
Gil González, J.C. (2004) La crónica periodística. Evolución, desarrollo y nueva perspectiva: viaje desde la historia al periodismo interpretativo. En: Global Media Journal Edición Iberoamericana. Volumen 1. Pp 26-39. Sevilla: Facultad de Ciencias de la Información da la Universidad de Sevilla
Rodríguez Betancourt, M. (2016) La crónica periodística: un género tan polémico como imprescindible. En: Revista Universidad de La Habana.

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