Cuando los cronopios viajan

Los Sandricócolos viajan

Uno de los tantos sandricócolos rebeldes espera el envión para explorar lo desconocido. Se acerca el momento, tiene que saltar. Elevado en el aire mientras se mantiene concentrado en la luz algo obstruye su camino. La oscuridad invade el lugar y de repente luz, mucha luz. Con la fuerza de una catapulta se ve adherido a su propio reflejo.

Guadalupe García, Keila Giles, Naira Torres Bel.

Los camafeos cuando viajan

Los camafeos cuando viajan no compran pasajes. Se suben a los trenes y encuentran comodidad sentándose sobre aquellos que más se asemejan a un algodón de azúcar. Frente a los reclamos de los pasajeros que más alzan la voz, los camafeos desenchufan sus oídos.

Los camafeos gozan de la sinfonía del embotellamiento y se lanzan a fotografiar los baños de los bares. Al caer la tarde, expanden todos los orificios de sus cuerpos para inhalar la mayor cantidad de hollín posible. Y se untan con la polución de la urbe.

Al llegar la noche, los camafeos hacen el amor en un cementerio de hojalata. Al finalizar, una manta de colillas de cigarrillos los cubre.

Luciana Avilés y Catalina Martínez

Lunares curiosos de aquí para allá

Los lunares andan aquí y allá, zigzaguean. Cuando viajan no llevan más que su presencia y sus ganas de descubrirse. Se van para indagar por caminos desconocidos. Al caer la noche deciden acampar y en medio de una fogata de colores, se encienden como luciérnagas que vuelan con libertad.

Indira Buhlman, Tamara Chazarreta, Eliana Salvador Moreiro

Los Ubiera

Cuando los Ubiera salen de viaje, sus famosos viajes relámpago, olvidan la mitad del equipaje. No escatiman en distancias o destinos. Mate listo y bizcochitos, sus bolsillos vacíos de papel, acuden sin cesar al plastiquito.

Lucía Ramírez, Mayra Sabio

Los Jimoni

Los Jimoni mueren de día y viven de noche. Son vampiros por las mañanas y murciélagos por las noches. Cuando la música se enciende sus ojos despiertan como dos pequeñas pelotas llenas de felicidad dispuestos a bailar por la buena libertad.

Cuando los Jimoni van de viaje sienten miedo, han sufrido el castigo divino de no poder ver al cielo. Sin embargo se organizan, visitan lugares escondidos y sonríen como niños pequeños, porque con sus limitantes aún pueden disfrutar de los mares, ver lugares y descansar sin atares. Aprovechan el viaje buscando su otra mitad, aquello que los ha de liberar. Sin embargo, ellos saben que al terminar volverán a la luminosidad e igual sonríen sin cesar en estos momentos de felicidad.

Florencia Morales, Carlos Jiménez, Axel Nuin